Explainer: Por qué crece la brecha cambiaria en Venezuela y qué esperar

El tema que más angustia a los venezolanos en este momento es producto de una combinación entre la forma actual del control de cambio, que lleva más de 20 años, y de coyunturas específicas de este momento

La ampliación reciente de la brecha cambiaria responde a varios factores que no han hecho más que potenciar un contexto cambiario que ya era complejo. Desde la segunda mitad del año pasado, el mercado oficial, que es incapaz de proveer suficientes dólares, no satisface la demanda de divisas. Esto lleva a los ciudadanos y empresas al mercado no oficial, cuya cotización presionan, por tanto, al alza.

A este escenario se le han añadido en los últimos días los anuncios del gobierno de Estados Unidos, como la suspensión de la licencia petrolera a Chevron o la imposición de aranceles del 25% a cualquier país que comercie hidrocarburos con Venezuela, lo que perjudicará la capacidad de generar divisas de Venezuela, porque probablemente tendrá que vender su petróleo más barato. Si a esto se le une que, inclusive antes de estas medidas, las ventas de divisas del BCV en los primeros meses del año ya eran inferiores a las del mismo periodo del 2024, se tiene el caldo de cultivo perfecto para que las expectativas de depreciación se manifiesten en un brusco incremento del tipo de cambio no oficial, lo que deriva en una brecha con respecto al dólar oficial que por momentos superó el 50%. 

¿Qué queda (en términos de implementación real, en la calle) del control de cambio que empezó hace un cuarto de siglo ya?

La situación actual se puede asemejar a lo que antes ocurría: existe un tipo de cambio oficial que sirve como referencia pero ofrece poco acceso para ciudadanos y empresas, y hay diferentes tasas cambiarias, lo que influye en la manera en que las empresas fijan precios. 

Pero hay varias circunstancias que diferencian a este episodio de otros. La más importante es que la dolarización transaccional está mucho más extendida. El dólar se usa como referencia para fijar precios y realizar transacciones, lo que proporciona más “estabilidad” que cuando el bolívar era el gran protagonista. Esto se debe a que la política cambiaria se ha flexibilizado considerablemente. Aunque el control de cambio no ha dejado de existir formalmente, los controles son menos estrictos gracias a las mesas de cambio y las cuentas bancarias de libre convertibilidad, entre otros mecanismos. 

Si el BCV permite que el tipo de cambio oficial alcance el nivel del paralelo, aunque no resolvería el problema de la depreciación en sí, al menos eliminaría la distorsión del diferencial cambiario.

Hoy, además, la población ha adquirido una experiencia que le permite, en la medida de lo posible, implementar estrategias para sobrevivir en entornos de volatilidad cambiaria y de mayor inflación.

¿Qué esperar de este fenómeno en 2025?

Con todo lo que está ocurriendo, no se espera que la coyuntura actual cambie en el corto plazo. La incapacidad del BCV de proveer las divisas suficientes a la banca para contener el tipo de cambio viene siendo evidente desde hace meses, especialmente ante una demanda de divisas que crece ante estos escenarios de incertidumbre. 

Los mecanismos de protección alternativos que ofrecía el BCV, como los títulos de cobertura, también se han vuelto más escasos, porque son muy costosos para el Banco Central y ha dejado de renovarlos. Esto implica que una gran suma de bolívares ha retornado a la calle en busca de divisas.

Finalmente, tampoco parece que el BCV vaya a adoptar la medida más sencilla para corregir la distorsión causada por la brecha cambiaria, que sería dejar fluctuar el tipo de cambio oficial. Es crucial entender que los venezolanos enfrentan dos problemas distintos: la constante depreciación de la moneda y la diferencia entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Si el BCV permite que el tipo de cambio oficial alcance el nivel del paralelo, aunque no resolvería el problema de la depreciación en sí, al menos eliminaría la distorsión del diferencial cambiario. Por ahora, no se espera que esto ocurra y se prevé que el BCV continúe ajustando esta tasa de forma controlada, lo que hará que se siga conviviendo con una brecha que oscile en un amplio rango de 20% y 50% 

¿Cómo la eventual reducción o paralización de las exportaciones petroleras podría impactar en esto?

Es claro que las exportaciones petroleras son la principal fuente de generación de divisas del país y cualquier elemento que pueda disminuir los ingresos provenientes de ellas tendrá repercusiones negativas en la disponibilidad de dólares a lo interno. Con las decisiones de Estados Unidos de suspender las licencias particulares y la amenaza de imponer aranceles a los socios comerciales que compren petróleo a Venezuela, claramente se cerrarán varias puertas para el petróleo nacional.

Como consecuencia, PDVSA deberá buscar colocar ese crudo en otros mercados como el asiático que, ante tal situación, solicitará importantes descuentos, entre 20% y 30% del precio de mercado, como ha ocurrido en escenarios anteriores. Adicionalmente, con la salida de socios como Chevron, PDVSA deberá buscar otros socios para mantener el volumen de exportaciones, o hacerlo por sí sola, con los retos que ello conlleva.

Al cierre de marzo, el tipo de cambio no oficial presenta un incremento interanual de 160%, mientras que el oficial se ha elevado 91%, ambos muy por encima del ritmo observado a lo largo del 2024.

Un posible contrapeso es que las licencias incluían un acuerdo de repago de deuda con petróleo, así que si se suspenden el país no lo seguirá honrando, lo que deja a su disposición más barriles para comercializar. Sin embargo, este efecto en ningún caso será suficiente para compensar la pérdida de ingresos que tendrá por producir menos petróleo y tener que venderlo más barato en Asia.

¿Estamos en riesgo de volver a la hiperinflación?

Luego de que en 2024 se lograron las mejores cifras de inflación y devaluación en alrededor de una década, no hay duda que en el 2025 se observará nuevamente una aceleración en ambos indicadores. Al cierre de marzo, el tipo de cambio no oficial presenta un incremento interanual de 160%, mientras que el oficial se ha elevado 91%, ambos muy por encima del ritmo observado a lo largo del 2024. Con ello, es previsible que la inflación siga una tendencia similar y retorne a cifras de tres dígitos. Ahora bien, esto no será suficiente para retornar a un escenario de hiperinflación, pero sin dudas generará mucha incertidumbre para ciudadanos y empresas, con evidentes repercusiones sobre su poder de compra.