Las opciones del chavismo para el 10 de enero
El futuro cercano del hombre que ganó la elección presidencial dependerá de cómo responda Estados Unidos a la pretensión de Maduro de continuar otro periodo. Aquí examinamos los escenarios
Hace 5 meses escribimos una nota donde propusimos distintos escenarios sobre lo que podría pasar en la elección presidencial del 28 de julio. Lo que terminó ocurriendo estaba alineado con el Escenario 2: el chavismo se robó la elección “publicando unos resultados forjados o sencillamente declarando ganador a Maduro a través de una declaración nebulosa de Elvis Amoroso (presidente del CNE) y luego cerrando el proceso electoral, con un tumbao de perezjimenismo”. En este escenario, considerábamos que si la oposición tenía las actas para comprobar su victoria (como en efecto ocurrió), María Corina Machado y la dirigencia nacional convocarían a defender los resultados en la calle.
Sin embargo, esa convocatoria nunca llegó. La gente salió espontáneamente a protestar, pero en los días siguientes al 28J la dirección opositora no llamó en pleno a la defensa de los resultados en la calle. Nosotros consideramos que eso significó un error estratégico, informado en parte por una sobrevaloración de lo que se podría obtener en las negociaciones intermediadas por Brasil y Colombia, así cómo incertidumbre sobre la capacidad de controlar el desarrollo de una nueva ronda de movilizaciones de calle en el país.
Sin esperar por la oposición, la gente tomó las calles de Venezuela en los días que siguieron a la elección, llegando a bloquear todas las entradas de Caracas y acercarse hasta 500 metros del Palacio de Miraflores.
Pero, sin conducción sobre cuáles debían ser los objetivos estratégicos en esas horas decisivas, Maduro pudo reagrupar a su régimen y convencer a los cuerpos de seguridad de salir a reprimir a través de incentivos como el establecimiento de mecanismos de extorsión a las familias de los detenidos: la era de la “Unión Cívico-Militar-Policial”.
Cuando María Corina empezó a hacer convocatorias formales a la calle, el chavismo ya estaba reagrupado y había desatado una nueva ola de represión. La gente tenía miedo, y se hizo más difícil cualquier esfuerzo de movilización.
Este es el estado en el que llegamos al final del año. Al igual que el 28 de julio, el 10 de enero es una fecha que es esperada a calladas voces en todas partes. Es común que cualquier pequeña conversación en la fila del supermercado, en el ascensor o en la cola del banco termine con “falta un mes”. Pero no está claro qué esperan los venezolanos sobre esta fecha. Ambos sectores políticos mantienen sus posiciones: tanto Nicolás Maduro como Edmundo González Urrutia aseguran que el 10 de enero serán investidos. El cómo y dónde generan la mayor cantidad de dudas. Valiéndonos de las posibles posturas que pudieran tomar los actores involucrados, hemos tomado la iniciativa de presentar una nueva serie de escenarios de cara al 2025.
Escenario 1: el retorno del rey
No sabemos cómo, ni pretendemos comprender todas las dificultades logísticas asociadas a tal empresa. Pero supongamos que el 10 de enero (o en los días siguientes) Edmundo González aparece en Caracas. La respuesta nacional sería favorecedora porque rompería con el mito del político opositor que es perseguido hasta ser condenado al exilio, en donde logra acomodarse como vocero de la causa democrática pero neutralizado en el plano nacional. Cabe preguntarse las motivaciones que impulsarían al gobierno a dejarlo entrar, cuáles beneficios obtendrían. Lo que resulta más obvio es que su integridad entraría en las negociaciones. Sin embargo, esto implicaría un doblez al brazo oficialista que impulsó una orden de captura contra el candidato de la oposición. El reajuste de narrativas nunca ha sido un problema pero en momentos de tensión no debe subestimarse.
1a. Washington como policía bueno
Si Edmundo llega y la línea norteamericana está orientada por el lobby petrolero y de financieros que poseen bonos de deuda soberana, sería posible encontrar un espacio de acomodo en donde Estados Unidos financia la “normalidad” política venezolana a través del levantamiento de sanciones petroleras y algunas flexibilizaciones a sanciones personales y de familiares. Otra motivación que pudiese llevar a este escenario sería la necesidad del gobierno de Trump de aliviar la situación migratoria venezolana―una tema que ha recibido suficiente cobertura y es sensible a la base del partido Republicano.
Dentro de la línea discursiva de Trump podría ser una victoria doble: “sacamos al Tren de Aragua de Estados Unidos y conseguimos petróleo sin levantar un arma”.
En este contexto, la llegada de Edmundo constituye una señal del chavismo sobre su disposición a negociar con los Estados Unidos. De ser así, es probable que Edmundo, María Corina y otros líderes de la Plataforma Unitaria estén limitados en su accionar: no son apresados pero tampoco pueden amenazar realísticamente a la coalición dominante. Consideramos este como el mejor escenario para el oficialismo.
1b. Washington como policía malo
De encontrarse frente a frente con una línea de acción estadounidense más brusca y decidida a cosechar una victoria internacional, el régimen de Maduro enfrentaría presiones que irían desde el aumento de recompensas por información o el paradero de aquellos que están buscados por la justicia norteamericana hasta la implementación de nuevas sanciones y mecanismos que afectasen la industria petrolera. Esto sin contar la posibilidad, remota pero no descartada, de algún tipo de acción interna que desencadene un efecto dominó para derribar a Maduro. Algunos nombramientos de la administración Trump en puestos de seguridad nacional y política exterior (tales como Mike Walz, Marco Rubio y Cristopher Landau) probablemente favorecen estos tipos de postura hacia el gobierno de Maduro a partir de 2025.
También tenemos confianza en que eventos recientes como la caída de Bashar Al Assad han generado inquietud a lo interno del chavismo, que hoy está más aislado. A pesar de las distancias, es innegable que los apoyos ofrecidos por Rusia y aliados aparentemente robustos hoy parecen más limitados. No es impensable que en este contexto algunos dirigentes del oficialismo vean el golden ticket de impulsar una transición con Edmundo ya en territorio venezolano.
Escenario 2: anatomía de un bluff
La creencia de que Edmundo Gonzalez vuelve a Venezuela para su juramentación no es el producto de especulación ni chismes de pasillo. Tanto él como María Corina Machado han insistido en semanas recientes que EGU vuelve a Caracas en los próximos días. Sin embargo, existe la posibilidad de que esto no se materialice y el embajador permanezca en Madrid. Esto podría ocurrir por una de dos razones. La primera es buena para el gobierno, la segunda constituye el más volátil de todos los escenarios:
2a. El ocaso de María Corina y Edmundo González
Es posible que González Urrutia no vuelva, en particular porque Estados Unidos ha decidido asumir una línea moderada y de negociación con el gobierno de Maduro, pero este último no está dispuesto a darle ningún tipo de garantía si regresa al país. En ausencia de esta garantía, es probable que los aliados internacionales de la oposición le presionen a permanecer en España. Sin el apoyo de unos Estados Unidos enfocados en normalizar las relaciones con el gobierno de Maduro, es poco probable que Machado y la oposición tengan los recursos y la organización para plantear una nueva estrategia política en el corto plazo.
Dado el nivel de expectativas que ambos han generado en sus comunicaciones en los últimos días, esto podría generar una frustración y decepción significativa en la población―lo cual podría llevar a la gente a sentir descontento con el liderazgo (como ha ocurrido con tantos otros líderes de oposición que no lograron satisfacer el deseo de cambio de la gente).
2b. Demora estratégica y conflicto
Si Edmundo González no vuelve y la administración Trump asume una línea confrontacional, nosotros también interpretamos esto como que no hay los espacios mínimos de negociación para el regreso seguro del embajador.
Pero en este caso, vamos a un choque de trenes: es probable que Estados Unidos le aconseje permanecer fuera del país mientras se plantea una nueva estrategia de lucha, ya que el chavismo podría apresarlo como ficha de canje en ese escenario.
Con el apoyo de Estados Unidos y otros aliados internacionales, es posible que la oposición plantee una nueva estrategia de lucha en los días previos al 10E, el día de la juramentación y en las semanas posteriores. Si se impone de ambos lados la tesis de la confrontación, es probable que el chavismo apunte al arresto y/o exilio forzado de Machado y sus operadores clave. La situación de los huéspedes de la embajada argentina parece apuntar en esa dirección.
En caso de que Edmundo González no aparezca en Caracas uno de estos días, deberemos prestar atención a las actitudes y acciones de todos los actores involucrados, para saber si estamos frente a un momento de palomas o halcones. El año nuevo promete un cambio de rumbo potencialmente decisivo para nuestra historia nacional.
Feliz 2025.
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