Miguel Urbina: un menor de edad golpeado tras las rejas

Miguel Urbina, un estudiante de 16 años de Catia, fue detenido el 2 de agosto de 2024 y acusado de participar en protestas. Su madre asegura que estuvo enfermo y que no participó en las manifestaciones; además, denuncia abusos sufridos durante su reclusión.

Nombre: Miguel Alejandro Urbina Hernández
Año de nacimiento:  2007
Fecha de detención:  2 de agosto de 2024
Zona: Catia, Caracas
Profesión y oficio: Estudiante, 3er año de bachillerato

Miguel Urbina Hernández tiene 16 años. Lo detuvieron el 2 de agosto cerca de las 8:00 a.m. A la madre de Miguel le contaron que “ocurrió mientras se comía una parrillita. Los vecinos me dijeron que se lo estaban llevando, en eso corrí, pero no alcancé a los policías”. Se dirigió al comando de la Policía Nacional Bolivariana, quienes le informaron que él está siendo acusado por participar en las guarimbas del sector de Ruperto Lugo. “Les digo que es imposible ya que mi hijo estuvo enfermo desde el día 28 de julio”.

Una vez en Zona 7 de Boleíta a la madre de Miguel le confirmaron que su hijo estaba ahí y le dieron permiso para verlo y llevarle comida. Cuando lo vio, estaba llorando mucho. Después de esa visita, no le permitieron verlo más hasta el 4 de agosto. 

“Los presos viejos de Zona 7 no permitían que le pegaran a Miguel, pero en los dos primeros módulos (estuvo primero en Catia y luego en Maripérez) en los que estuvo me dijo que le daban una tarjeta a la que le pegaban corriente. Él no la quería agarrar, por eso lo golpeaban”. La madre de Miguel cuenta esos episodios con tristeza, le saltan las lágrimas y de inmediato se repone. “Quiero verlo libre, conmigo”.

Luego de eso, dice que obligaron a Miguel a hacer un video diciendo que le estaban pagando por manifestar. No lo grabó y lo amenazaron con poner su cabeza en una bolsa con gas pimienta. 

Miguel estuvo en Zona 7 desde el 2 hasta el 6 de agosto cuando lo trasladaron, luego de una audiencia telemática colectiva, al Centro de Atención de Coche. Debía permanecer en ese sitio hasta el día de su audiencia, que hicieron solo a 15 de los 21 detenidos, todos adolescentes. 

“Pasan los días nosotros estamos preocupados porque no los llevan a los tribunales, y es cuando los trasladaron a la Casa de Justicia en El Cementerio, Ciudad Caracas, donde aún sin respuesta. Necesitamos a nuestros hijos con nosotros, no son delincuentes ni terroristas como los quieren culpar, sus derechos humanos todos han sido violados. Nos han dicho que terrorismo tiene una imputación de 10 años de prisión, ellos merecen estar libres”. 

Después de su detención Miguel escuchó por primera vez que su cargo de terrorismo implicaba material estratégico: “Mamá, no sabía que comerme una parrillita era material estratégico. Sácame, mamá, ya no quiero estar más nunca preso. Esto es horrible”