El grito ahogado de la Vinotinto del Bocha
Venezuela regresa a la senda mundialista con afición y jugadores tensos en medio de la crisis política. Muchos futbolistas se han pronunciado contra el fraude y la represión de Nicolás Maduro
Pocas semanas antes de la elección presidencial, Venezuela y su diáspora se paralizaban en seco durante la Copa América. Para muchos países fue un torneo más que ganó Argentina. Para la nación venezolana, fue un ejercicio de terapia colectiva que hizo al fanático regocijarse y olvidar a ratos la precariedad de ser migrante, de vivir estancado en el día a día, de tener un gobierno que mientras más se lava la cara con el deporte, más se ensucia.
Cualquiera que haya vivido alguno de esos cuatro juegos sabe que el sentimiento nacional de euforia (y al final, de tristeza) fue un fenómeno inolvidable. Con golpecitos de fortuna y ráfagas de buen juego, la Vinotinto terminó la fase de grupos en primer lugar, con puntaje perfecto por única vez en su historia. Venezuela supo remontar contra Ecuador sobre la hora, sobrevivir ante México con Rafa Romo y Jon Aramburu en un estado de forma estelar, y menear a Jamaica con destellos de su nueva generación. En el camerino se bailó salsa y Guerrilla Seca después de los partidos. Llorarás de Oscar D’León se hizo himno para centennials venezolanos: millones que se rebuscan en las calles de Bogotá o Lima; otros que ahora y más que nunca consideran salir del país.
La Vinotinto cayó en penales contra Canadá en cuartos de final. El gol antológico de Salomón Rondón, un globo a 35 metros de la portería, no pudo salvar a Venezuela del caos típico que provoca su fútbol cocuy, donde los errores no forzados a veces (no siempre) se compensan con momentos de brillantez absurda. Este jueves, la Vinotinto vuelve a buscar su primer pase a la Copa del Mundo. Una ironía de la vida: la selección de un país asfixiado en dictadura jugará por primera vez después del 28 de julio con poco oxígeno, a 4.150 metros de altura en El Alto boliviano.
El desafío no sólo radica en derrotar a Bolivia y mantenerse en puestos de clasificación automática al Mundial de Norteamérica.
La selección, tótem de la venezolanidad, es a veces lo único que alegra a más de 30 millones a la vez. Tendrá que volver a hacerlo ahora, en el momento crítico de un régimen que los mismos futbolistas han acusado de mentir y matar.
La nómina vinotinto no es nada ajena a la situación que se desarrolla en el país, tampoco al torbellino de corrupción y amiguismo que es la Federación Venezolana de Fútbol y sus vínculos con los clanes chavistas. La conciencia de una plantilla que creció en la Venezuela profunda, y la exposición en el terreno de cualquier amigo o familiar disidente han permitido ver la impotencia del futbolista vinotinto.
El SEBIN detuvo a Carlos Chancellor―padre del defensor Vinotinto Jhon Chancellor―el 7 de agosto, militante del partido laborista Causa R y ex alcalde del municipio Sifontes en el estado Bolívar. El ex diputado Américo de Grazia ha dicho que Chancellor, ahora preso por tercera vez, fue el primer preso político de Hugo Chávez en Guayana. La federación ha anunciado que su hijo Jhon no está disponible para jugar esta jornada por lesión.
Varios en la plantilla han dejado las cosas claras. Al menos 12 jugadores han enviado mensajes de solidaridad que condenan el fraude electoral y la represión de Maduro & Co. Entre ellos están sus máximos veteranos, Rondón y Tomás Rincón; piezas fijas como Yangel Herrera, José “Brujo” Martínez, y Eduard Bello; y figuras emergentes como Aramburu y Kervin “Tuti” Andrade.
“Me duele mucho ver lo que pasa en nuestro país, no se puede seguir derramando sangre de nuestros hermanos, no más pérdidas valiosas de vidas venezolanas,” dijo Rincón el 29 de julio en una historia de Instagram. Rondón publicó una imagen de fondo con «todos los ojos en Venezuela» donde escribió: “Ni un muerto más por favor. Mi corazón está con mi pueblo.”
La selección, tótem de la venezolanidad, es a veces lo único que alegra a más de 30 millones a la vez. Tendrá que volver a hacerlo ahora, en el momento crítico de un régimen que los mismos futbolistas han acusado de mentir y matar.
El arquero Joel Graterol cantó fraude después de anunciado el primer boletín del CNE. Brujo Martínez soltó que él es “futbolista, pero por encima de todo VENEZOLANO (…) Deseo que la voluntad de todo un país sea respetada”.
Desatado el terrorismo de Estado después del 29 de julio, los más jóvenes replicaron el slogan de María Corina Machado. “Estar fuera de tu país, ver todo lo que está pasando y tener que seguir con tu vida mientras están reprimiendo y matando gente. Qué sentimiento tan feo”, dijo Andrade, de solo 19 años. “Con mi cuerpo aquí pero mi mente, corazón y alma en Venezuela. Con lágrimas en los ojos, nudo en la garganta y corazón roto, toca seguir hasta el final. Te amo Venezuela, te quiero ver libre”.
“Si alguien sabe lo que es luchar somos nosotros los venezolanos. Qué orgullo tan grande defender los colores de este pueblo maravilloso, estoy contigo hasta el final Venezuela”, dijo Aramburu, de 22. “Fuerza y fe. Nuestro país nos necesita a todos. No más violencia, no más muertes”.
Quizás fue Deyna Castellanos ―ícono nacional y capitana de la selección femenina― quien publicó el texto más contundente: “Siempre puede haber consecuencias [de ser atleta y hablar de política públicamente] pero estoy dispuesta a asumirlas. Venezuela quiere un cambio y lo ratificó mediante el voto. Espero que todas las entidades nacionales e internacionales pertinentes hagan justicia a la verdad. También hago un llamado a que bajen las armas y dejen al pueblo manifestar su descontento en paz y en democracia. Sí, soy atleta, pero ante todo venezolana”.
Los elefantes en la sala del Futve también están a la vista. Una figura cercana a la Vicepresidenta y ministra del Petróleo controla la FVF. Clubes de la liga local vienen de años de estancamiento, sin pintar nada en torneos internacionales, contrastando con liguillas de espectáculo en el nuevo Estadio Monumental Simón Bolívar en Caracas ―invitando a futbolistas locales, históricos, y estrellas mundiales como Ronaldinho, Luca Toni y Clarence Seedorf.
La llegada de Jorge Giménez a la presidencia de la FVF, en medio de un intento del chavismo de enderezar a su federación, vino después de que la FIFA tuviera que intervenir en contra de los sucesores de Rafael Esquivel. La contratación de José Néstor Pékerman como primer hito de ese “Futve se arregló” terminó en escándalo, derivando en la gestión de Fernando Batista (alias Bocha). El entrenador argentino parece estar ganándose la confianza del fanático, con el equipo en cuarto lugar de la tabla de eliminatorias CONMEBOL. Y también parece, volviendo a cohesionar un vestuario que ha tenido siete seleccionadores distintos en la última década.
Vestuario que cuenta en sus filas con Matías Lacava, jugador clave de la camada juvenil que espera su momento en la absoluta. Matías es un volante habilidoso que juega en el Brasileirão. También es amigo de varios que han criticado al régimen, compañero de Jhon Chancellor (cuyo padre sigue en un calabozo en Puerto Ordaz) e hijo de un poderoso entusiasta del fútbol como lo es el gobernador Rafael Lacava. ¿No es capaz el gobernador de proteger a los compañeros de Matías y a sus familiares, mientras la misma dirigencia deportiva los intenta censurar?
A todas estas, Batista sabe que tiene entre manos algo muchísimo más grande que el juego: una fuente de esperanza, de equilibrio o conexión para una nación entera, o como se quiera llamar. El fútbol no es sólo fútbol. Dijo Bocha en verano que aquello que más le llena es “ver a la gente alegre porque logramos ganar un partido. Tener el poder de darle alegría a una familia o a una persona que está pasando un mal momento con simplemente ganar. Eso es hermoso”.
Que la Vinotinto se mantenga viva y sumando de a poco en esta época ya es un acto de rebeldía. No pediremos más. Pero en todo caso, mano, no dejaremos de tener fe.
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