A pesar de las mafias, María Corina visitó el Arco Minero
María Corina Machado visitó el remoto territorio minero de Venezuela, a pesar de las mafias del oro y el control chavista sobre este. Así fue la visita, explicada con mapas de geodatados interactivos, videos y fotos.
Una versión original de este texto fue publicada en La Patilla. Los mapas de geodatos fueron desarrollados por la plataforma VE360 en conjunto con Caracas Chronicles.
María Corina Machado salió pasadas las 9:00 de la mañana de Puerto Ordaz con destino a El Callao. Sin saber qué se iba a encontrar –y sabiendo que no sería fácil ni seguro– Machado decidió adentrarse en el sur del estado Bolívar, en parte del Arco Minero del Orinoco, donde algunas minas están administradas por la estatal Corporación Venezolana de Minería (CVM) y otras por grupos armados al margen de la ley.
La gira de María Corina Machado de San Félix a El Callao
En San Félix, una de las dos comunidades que conforman Ciudad Guayana, Machado tomó la Avenida Guayana para ser recibida por sus simpatizantes en la redoma Dalla Costa. A partir de ese punto, recorrió varias avenidas principales, pasando por el Cruce de la 45, El Roble, la redoma Manoa (también conocida como “redoma de Sutiss”) y pasando por El Cerro del Gallo. En todos estos puntos, mucha gente la saludó y hasta se fotografió con la líder de la oposición.
Machado pasó por la Avenida Manuel Piar, específicamente frente al Mercado de Chirica, donde la esperaban habitantes de las parroquias Chirica, Vista Al Sol y otros sectores donde el chavismo ha ganado las elecciones los últimos años. En esta ruta, una señora se acercó en moto hasta el vehículo en el que iba Machado y le regaló un paquete de catalinas, galletas muy típicas del estado.
Patrones de voto del 2013 (azul: oposición, rojo: chavismo), en áreas que visitó Machado
Durante el trayecto, sumándose más y más a medida que avanzaba, decenas de motorizados buscaron resguardar a Machado.
En el recorrido por San Félix, Machado escuchó el relato de un abuelo, quien con siete hijos y nietos fuera del país, le confesó entre lágrimas que a pesar de tener marcapasos quiso acercarse para decirle que la apoyaba y que ella sería la ganadora de la contienda electoral.
Machado cruzó el peaje de Palo Grande (sentido San Félix-Upata) sin problemas, pero el autobús del equipo juvenil de Vente fue detenido, ya que esa “no era la ruta habitual de la Unidad” según los militares.
A partir de ahí, Machado procedió a detenerse en cada caserío que se encontraba en la Troncal 10. Varios habitantes al borde de la carretera que conecta a los municipios mineros de Guayana se organizaron para recibirla. En algunos pueblos incluso habían globos blancos y azules en las fachadas de las casas o negocios.
En todas las alcabalas por donde pasaba, Machado saludaba a los funcionarios. Algunos respondían. Otros simplemente daban la espalda. La parada en Upata fue rápida pero aun así hubo saludos y acompañamiento. El acto del cierre de la gira en Bolívar, el 6 de junio, sería allá.
En el corazón de la zona minera
En Guasipati, un territorio minero con una de las tasas de homicidios per cápita más altas del país y que ha sido históricamente chavista, algunas personas entregaban a sus hijos a Machado para que los cargara. No estaba planificado que ella hiciera un mitin, pero Machado se vio forzada a improvisar uno frente a la iglesia de Guasipati con un micrófono del camión del sonido para así seguir hacia El Callao. “Está sucediendo algo en Venezuela”, dijo Agustín Acosta, de Guasipati, “la gente se está quitando la careta, la máscara para perder el miedo y salir a votar”.
En El Callao, la esperaban el alcalde Coromoto Lugo (MUD) y una multitud, a pesar que un acto del chavismo en la mañana obligó a la oposición a cambiar el sitio de la concentración.
Un grupo de calipso, el género músical típico de la región que trajeron los mineros antillanos en el siglo XIX, acompañó la caravana. Recibieron a Machado al ritmo de “aquí viene el tsunami, aquí viene el tsunami, agárrate duro que viene el tsunami de María Corina”. Machado describió al área como “una tierra bendita” y el alcalde Lugo, en la tarima, le dijo que podría darle unas clases de calipso. “Soy yo la que te voy a enseñar a bailar calipso”, respondió ella entre risas, “Ya me van a ver en los carnavales”.
“Saluda a María Corina, hija, dile que queremos un cambio”, dijo una mujer junto a su hija, “salí a apoyarla, porque quiero un cambio para El Callao, para todo el mundo, para mis hijos”. Pero en El Callao no solo hubo habitantes de esa población. También venían de poblaciones más remotas del Arco Minero: de Tumeremo, de El Dorado, del Kilómetro 88.
Presencia de minas y grupos irregulares en áreas visitadas por Machado
En los caseríos muchos esperaron a Machado en su regreso. Los motorizados guiaron su camino hasta Upata, donde había otra gran multitud. El chavismo también tuvo un evento allí. De hecho, cerraron tres vías principales que dificultaban el acceso al punto de concentración de María Corina y la caravana se desvió hacia una vía alterna. Entre consigas de “y va caer, y va a caer, este gobierno va caer” y “libertad”, cayó la noche y Machado se dirigió a la gente de Upata. Las luces de los celulares la iluminaron mientras hablaba, como se ha hecho habitual en sus mítines nocturnos.
Aseguró que a tan solo 52 días de las elecciones, en su última parada antes de partir al estado Delta Amacuro, la oposición estaba derrotando al gobierno. “Hemos unido a Venezuela”, dijo, “Hemos unido la fuerza y el anhelo de los que queremos vivir con dignidad”.
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