Cómo Fuerza Vecinal saboteó a la oposición… y se desangró en el intento

Fuerza Vecinal se vendió como el partido pospolarización de la Pax Bodegónica. Ahora, al negarse a apoyar al candidato unitario, optó por la autodestrucción

Cuando el gobernador del Zulia, Manuel Rosales, declinó su candidatura presidencial y respaldó al ex diplomático Edmundo González Urrutia como candidato de la Plataforma Unitaria (PUD), Fuerza Vecinal –un partido teóricamente de “oposición” pero que está fuera de la PUD– se encontró con el agua al cuello. Fiel a su papel histórico de oponerse en sus predios a la oposición dominante, la dirección nacional del partido –que había respaldado a Rosales– decidió apoyar la candidatura presidencial de Antonio Ecarri, una medida que no fue consultada con el resto de sus miembros. La decisión les costó cara.

Al momento de escribir esto, al menos los seis alcaldes del partido en Trujillo habían roto filas y anunciado su apoyo a González Urrutia, al igual que uno de sus legisladores nacionales y un alcalde de Cojedes . Desde entonces se les han sumado Jesús Mendoza Morales y el movimiento estudiantil de la Universidad Central de Venezuela (UCV), así como el Coordinador Operativo Nacional de FV, Pablo Zambrano, y un montón de otros miembros que ya están hartos. Las filiales del partido en Táchira, Carabobo, Monagas, Lara y Guárico también rompieron con la decisión de la dirigencia nacional. De igual forma, alrededor de 50 integrantes de la filial de Fuerza Vecinal en La Pastora –en el oeste de Caracas– renunciaron públicamente.

En otras palabras, Fuerza Vecinal se está desangrando.

Pero la caída de esta organización no es tan repentina: en realidad es un efecto colateral de la revitalización de la oposición mainstream en los últimos meses y del papel que el partido venía desempeñando.

El mal menor

Si bien Fuerza Vecinal no se fundó hasta 2021, algunos de sus miembros fundadores más conocidos –Darwin González, David Uzcátegui, Elías Sayegh y Gustavo Duque– son en realidad ex concejales de Primero Justicia (PJ) que rompieron con el partido después de que este decidió no participar en las elecciones municipales de 2017 tras la farsa de elección de la Asamblea Constituyente. Sin ninguna competencia importante, esos ex PJ ganaron un número sólido de municipios –incluido el más rico del país y el resto del este de Caracas, el núcleo histórico de la oposición.

Finalmente, en 2021, los nuevos alcaldes y otros ex miembros de la MUD –como el alcalde Josy Fernández– se unieron para formar el nuevo partido. Poco después, en noviembre, FV aseguró un número importante de municipios en todo el país en las elecciones regionales de 2021: incluido el este de Caracas, partes de la periferia de Caracas, la rica Lechería y parte de Valencia. Si bien Uzcátegui –apoyado en el último momento por la MUD– perdió la gobernación de Miranda por un pequeño margen, el partido logró ganar la gobernación de Nueva Esparta.

Ganar unos 30 municipios y un estado aseguró la imagen de Fuerza Vecinal y la lanzó a la vanguardia de la política nacional como una alternativa electoralmente exitosa a los partidos tradicionales de oposición. Sin embargo, su éxito en esas elecciones se debió principalmente a que contaban con el apoyo de la MUD en los municipios más apetecibles o estaban representados por figuras de oposición bien establecidas, muchas de las cuales buscaban la reelección en lugar de lanzar campañas por primera vez.

Esto significó que, en lugar de ser una verdadera alternativa de base a los partidos tradicionales, la base de votantes de FV los había elegido debido a su conocimiento preexistente de los candidatos, por encima de cualquier tipo de lealtad o afinidad con los ideales del partido. Sin ninguna candidatura paralela de la MUD, la única otra opción para los votantes de la oposición era dejar estos municipios abiertos al control chavista.

FV se convirtió en la elección menos mala que podían hacer muchos votantes. No es exactamente la fórmula para el éxito a largo plazo.

Alacraneando

Pero el partido rápidamente se vería envuelto en polémica a lo largo del año siguiente, llegando incluso a aceptar una reunión con Nicolás Maduro en Miraflores el 16 de diciembre de 2022 en un proceso de negociación paralelo al de la Plataforma Unitaria. El encuentro fue parte de una serie de conversaciones que Miraflores sostuvo con actores no unitarios –como la Alianza del Lápiz de Antonio Ecarri– para disminuir la influencia de la Plataforma Unitaria.

Los líderes de Fuerza Vecinal aprovecharon esa reunión para promocionarse como independientes de los partidos tradicionales y para demostrar que estaban dispuestos a reunirse con su principal rival. Pero no sirvió de mucho para demostrar su compromiso como partido de oposición alternativo, ya que se retiraron después de simplemente pedir a Maduro cosas que sabían que no serían concedidas y que no los meterían en problemas. Como escribimos Tony Frangie y yo en aquel entonces, Fuerza Vecinal simplemente estaba aprovechando la oportunidad para comercializar su propia imagen.

Esta era una imagen que ellos mismos seguirían fracturando, ya que sólo unos meses después el alcalde de Baruta, Darwin González, fue salpicado de muy cerca por el enorme escándalo de corrupción que el gobierno denominaría “Caso PDVSA-Cripto”. Decenas de contactos y colaboradores del gobierno serían arrestados, incluidos funcionarios de alto rango como Joselit Ramírez (entonces jefe del organismo nacional de vigilancia de las criptomonedas) y Tareck El Aissami, lo que sólo hizo que la continua libertad de González fuera bastante sospechosa a los ojos de muchos observadores. De hecho, miembros del equipo de González fueron detenidos, pues la alcaldía había entregado permisos de construcción a un dúo de hermanos poderosos que levantaron una serie de torres en Las Mercedes de Baruta. Poco después, el sitio de periodismo anticorrupción ArmandoInfo publicó una investigación que afirmaba que la purga había permitido a los hermanos Rodríguez establecer una especie de patrocinio informal sobre la alcaldía de Baruta.

En los círculos más duros de la oposición, los alcaldes se vieron cada vez más envueltos en una serie de controversias sobre la influencia excesiva de conglomerados empresariales de origen incierto en los municipios ricos: permisos para tiendas gigantes con vitrinas eléctricas que nunca se apagan, sobornos relacionados con canchas de pádel , empresas de recolección de residuos transformadas en poderosos mecenas y la tala generalizada de árboles urbanos.

El terremoto de la primaria

El espiral continuaría en los próximos meses, luego de que Fuerza Vecinal anunciara su participación en las primarias opositoras de octubre –y Sayegh comenzara a hacer campaña por todo el país– solo para retroceder dejando vagas palabras de apoyo. Esta decisión fue criticada por la rama zuliana del partido, mientras que la de Trujillo respaldó abiertamente a María Corina Machado y llamó a la dirigencia nacional a hacer lo mismo.

Pero, apenas diez días antes de las primarias, el partido publicó una carta abierta argumentando que las primarias deberían “suspenderse”. Si todo esto no fuera suficiente para sembrar sospechas sobre las intenciones del partido, el 23 de octubre – apenas un día después de la aplastante victoria de Machado en las primarias– la dirigencia de Fuerza Vecinal se reunió una vez más con Maduro durante su “Conferencia Nacional de Paz”: una cumbre que no incluyó a ningún miembro de los principales partidos populares de oposición, pero sí una serie de partidos de “oposición leal” y grupos académicos y empresariales que se han acercado al régimen de Maduro en los últimos meses. 

Fuerza Vecinal había pasado de ser una alternativa a una oposición desacreditada, nacida en un vacío electoral, a otro inofensivo partido de apoyo al sistema centrado en el PSUV.

Todo esto fue demasiado para algunos miembros del partido. En noviembre, Elías Sayegh y Josy Fernández, dos miembros fundadores, terminaron renunciando al partido junto con otros seis alcaldes en ejercicio, 21 consejeros municipales, 29 representantes regionales y un legislador estatal. A esta primera gran grieta le seguiría el éxodo de otros 30 miembros del partido en enero de este año.

Fuerza Vecinal sale al rescate del sistema (y se hace harakiri)

Unos meses más tarde, el resto del liderazgo de Fuerza Vecinal intentó detener la hemorragia y asegurar el futuro del partido uniéndose a la candidatura de Manuel Rosales de Un Nuevo Tiempo, quien registró su candidatura presidencial el 25 de marzo durante la medianoche y sin notificación al resto de los integrantes de la Plataforma Unitaria o a Machado, mientras la candidata sustituta Corina Yoris era bloqueada arbitrariamente por el sistema del Consejo Nacional Electoral (CNE).

La corta vida de la candidatura de Rosales fue una tragedia para Fuerza Vecinal. Después de todo lo sucedido, Fuerza Vecinal finalmente había encontrado la manera de desempeñar un papel de oposición seria sin arriesgar el pescuezo –o su control sobre los municipios que gobiernan como feudos. Ya nada de eso quedaba. Si bien González Urrutia –respaldado por Machado y la PUD– tiene posibilidades de derrotar a Maduro a diferencia del extremadamente impopular Rosales, Fuerza Vecinal tuvo que embestir una vez más los planes de la Plataforma. Como cuando intentó sabotear las primarias, después de que quedó claro que esto resultaría en la consolidación de Machado como líder de la oposición. Fuerza Vecinal, era obvio, no buscaba cambiar el sistema, sino ayudar a mantenerlo para sobrevivir.

Así, la dirección nacional del partido acabaría avalando la candidatura presidencial de Antonio Ecarri. Siguió el éxodo masivo del partido.

Estas decisiones de alejarse de Fuerza Vecinal han venido con costos altos para muchos. Sayegh y Fernández han sido golpeados con inhabilitaciones políticas, impidiéndoles ejercer sus cargos durante 15 años: una decisión que puede haber sido tomada como una forma de enviar un mensaje a todos los demás políticos que se atrevan a romper con el cuidadosamente elaborado movimiento alacrán de Maduro; una especie de castigo ejemplar para los alcaldes rebeldes.

Es difícil decir qué pasará con Fuerza Vecinal. Es probable que sobreviva, pero como una cáscara de lo que era. Su control sobre focos de la oposición –como Baruta y Chacao– podría terminar en 2025 si la PUD apoya a diferentes candidatos y los votantes de la oposición ‘castigan’ a Fuerza Vecinal por su rechazo a González Urrutia. 

Si bien los acontecimientos posteriores a julio de 2024 están envueltos en una niebla de incertidumbre, la oposición mayoritaria debería actuar para alinear candidatos que reemplacen a los políticos restantes de Fuerza Vecinal en cargos electos. Por ejemplo, la expresidenta de la UCV, Cecilia García Arocha, quien se unió a la campaña de Machado, tiene su ojo puesto en Chacao, mientras que el presidente del consejo municipal de Baruta, Luis Aguilar, rompió con Fuerza Vecinal en 2022 para regresar a Primero Justicia.

Pero hay una cosa que es segura. El espectáculo de circo de Fuerza Vecinal aún no ha terminado.