Mientras la economía de Venezuela se desinfla, la de Portuguesa se dispara
El complejo agroindustrial desarrollado en este extremo occidental de los llanos muestra resiliencia y ventajas competitivas en el desafiante contexto de la década de 2020
La versión en inglés de esta nota fue publicada a finales del 2023. Las estimaciones de crecimiento económico fueron modificadas para la versión en español, publicada a mediados de 2024.
Con su fachada blanca, un moderno edificio tipo búnker destaca en Acarigua, el polo agroindustrial en el estado Portuguesa, en los llanos occidentales de Venezuela. Sin nada que envidiarle a un café de Caracas, el lugar –propiedad de una marca local que produce su café en el estado– es una tienda de café centrada en la experiencia. En su interior hay coloridos sofás, largas mesas de madera, paredes verdes, pantallas con el logo de la marca, una tienda de souvenirs y hasta una escalera de cristal llena de granos de café que crean un degradé de colores. La tienda de café resalta el auge económico que vive Portuguesa.
Mientras que el PIB de Venezuela se contrajo 1,3% en 2023, en Ecoanalítica estimamos que Portuguesa experimentó un crecimiento interanual de 8,7%.
El auge de Portuguesa es el resultado de la nueva realidad socioeconómica de Venezuela, luego de ocho años de una contracción económica rara vez vista en países que no están en guerra. Más del 81% de la población del país se encuentra ahora bajo la línea de pobreza, lo que lleva a que la mayoría de las familias centren su consumo en los alimentos. En promedio, el 60% de los bienes de consumo que compra una familia venezolana son alimentos. El porcentaje aumenta a más del 90% en las familias pobres. Estos patrones de consumo han impulsado al sector alimentario, incluyendo la producción primaria y secundaria pero también la comercialización de estos productos. De hecho, el auge de los supermercados y el comercio minorista en Caracas –así como de las importaciones, que están vertiéndose en los bodegones– también es resultado de esta dinámica.
Venezuela tiene varios ejes agrícolas, como el de los Andes o el de la región central al este de Caracas. Pero Portuguesa en particular —el granero del país, fuente de productos esenciales para la industria alimentaria venezolana como el maíz y el arroz— tiene uno de los porcentajes de tierras agrícolas más altos entre los 23 estados: el 53% de su tierra – es decir, más de 800.000 hectáreas (otro 27% se utiliza para criar ganado). El Estado también se ha beneficiado de ciertas dinámicas económicas y políticas, desde la segunda mitad del siglo XX, que lo transformaron en un eje fundamental de la producción agroindustrial.
Portuguesa muestra una excelente sinergia entre los pequeños agricultores y las empresas agroindustriales, que han brindado apoyo técnico y financiero a los primeros, prestándoles dinero o apoyándolos con personal técnico, tecnología o semillas. Estas colaboraciones han aumentado el rendimiento de los cultivos.
Portuguesa tiene un mercado de deuda privado –basado en redes de alta confianza y relaciones interpersonales– donde los empresarios locales otorgan préstamos a los productores, en lugar de invertir su dinero en los mercados de valores u otros emprendimientos, porque los rendimientos son más altos: un 20% o 30% en retornos anuales, y en algunos casos incluso mayor, dependiendo del tipo de cultivo.
Aunque el crédito bancario de Venezuela es pequeño, es un estímulo importante para la economía agrícola de Portuguesa. El sistema bancario venezolano tiene una “cartera productiva” que obliga a los bancos a otorgar créditos a los sectores alimentario y agrícola. Si bien estos préstamos son más pequeños que en el pasado, estos sectores—a diferencia de la mayor parte del país—todavía se benefician de ellos.
Puede ser controversial, pero hay que decir que una comunicación más fluida entre las autoridades estatales y el sector privado ha beneficiado a la economía de Portuguesa. Si bien no se trata de un conjunto de políticas públicas formales, la interlocución con funcionarios amigables ha facilitado el flujo de exportaciones y la distribución de productos en el mercado interno, e incluso ha permitido a empresarios acceder a ciertos insumos para asegurar mejores precios. Wilmer Castro Soteldo, Ministro de Agricultura y Producción y exgobernador de Portuguesa, ha sido crucial en permitir una comunicación y cooperación más directa entre el sector empresarial y las autoridades.
Estas condiciones tan favorables han permitido la aparición de todo tipo de nuevas empresas en Acarigua y el estado: no necesariamente de enchufados, sino también de empresarios y familias locales que están encontrando oportunidades en un sector en auge. Estas nuevas empresas tienen una gestión no convencional y muchas ni siquiera compiten en las grandes ligas del sector. Así, las nuevas empresas han ido contratando consultores y asesores para mejorar sus estructuras y sostener su crecimiento.
La economía dinámica de Portuguesa y su creciente sector privado son sorprendentemente diferentes del resto del país. Como hemos visto en nuestros múltiples proyectos de consultoría en el estado, la actividad económica en Portuguesa se ha definido por un enfoque diferente de hacer negocios y enfrentar los problemas. Los patrones que se presentan en este estado podrían eventualmente replicarse en otros sectores agrícolas, como los valles de Mérida o las exuberantes tierras al sur del lago de Maracaibo, que no están experimentando auges económicos similares.
Este contraste se ve intensificado por la ubicación de Portuguesa, que juega a su favor, ya que permite que sus productos fluyan hacia Caracas y otras ciudades de la región central. Mientras tanto, la distribución de productos del Zulia y los Andes enfrenta una serie de problemas: por ejemplo, las carreteras están en malas condiciones o interrumpidas por puentes rotos o bloqueos generados por deslaves o desbordamientos de ríos. La escasez de gasolina también ha paralizado el transporte, como se ve en vídeos recientes de agricultores de Mérida y Trujillo tirando tomates, plátanos o zanahorias que no pudieron transportar a las ciudades por falta de combustible. De manera similar, el costo de la extorsión en las alcabalas militares y políticas, así como de las bandas y las guerrillas, está disparando los precios. Por ello, estas tierras agrícolas necesitan políticas públicas efectivas para abordar sus problemas estructurales – y seguir el éxito de Portuguesa.
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