Book Club: Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario (Parte II)
Entrega final del Book Club sobre la obra de Carlos Rangel: Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario.
No es con frecuencia que uno encuentra un texto tan lúcido, bien argumentado y tan bien documentado como la obra de Rangel. Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario es un libro excepcional. El libro solo por su título puede ser asumido como otra reivindicación más de la izquierda cavernícola que pulula nuestro continente. Una lectura inicial le da a uno la impresión que Rangel simplemente busca acabar con los mitos establecidos por y sobre la izquierda comunista.
Pero Rangel va mucho más allá. Se enfrenta a todo lo anti-liberal. Y no repara en las víctimas. Colonos, Revolucionarios, la Iglesia Católica, Militares y nosotros mismos. En las palabras de Carlos Alberto Montaner: “Rangel denunciaba la falsedad esencial de la teoría de la dependencia […] colocaba la responsabilidad de nuestros fracasos sobre nosotros mismos, revelaba las contradicciones doctrinales de los seguidores de Marx, renunciaba a la versión infantil de una historia de buenos y malos y se atrevía a defender los modo de vida occidentales, incluidas las democracia y las economías de mercado que habían transformado a ciertas naciones en los rincones más ricos del planeta, criticando sin ambages la barbarie totalitaria de la izquierda, sin ignorar, por supuesto, al autoritarismo de derecha”.
El libro solo por su título puede ser asumido como otra reivindicación más de la izquierda cavernícola que pulula nuestro continente.
Así pues Rangel nos recuerda de cómo diversos caudillos e instituciones hispanoamericanas y como no, verdaderos comunistas, se refugiaron en dogmas y mitos para preservarse y condenar a millones de individuos al subdesarrollo.
La Iglesia
La Iglesia Católica se benefició dramáticamente de la evangelización de Hispanoamérica y aseguró en los siglos por venir su relevancia. Fue esta institución, quizás, una de nuestras primeras fuentes de antiliberalismo y antiamericanismo. El miedo a los valores protestantes y la libertad individual llevó a la Iglesia a, primero, obligar a nuestros próceres independentistas (quienes eran fervientes liberales) a establecer repúblicas fundamentalistas; y luego, la iglesia buscó asociarse con caudillos para mantener estos fundamentalismos; y finalmente a refugiarse en el comunismo. Esto no solo le permitió defenderse del protestantismo sino que además le permitió establecerse como la única institución no gubernamental relevante en la sociedad, y en muchas ocasiones, único interlocutor válido entre individuos y estado.
Residentes vs Inquilinos vs Secuestradores
Rangel además se preocupa de nuestra herencia: El indigenismo, el inquilinismo y el esclavismo. Primero se enfrenta a la falsa idea de que en nosotros queda algo de indígena, cosa que revivimos con cada día de la raza, o más recientemente el día de la resistencia indígena. Segundo, reconoce la diferencia entre españoles e ingleses. Un español que llegaba a América solo tenía una cosa en mente: Hacer una fortuna y regresar rico a su tierra de origen. No buscaba en América una mejor vida, asentarse o algún tipo de trascendencia. Si terminaba quedándose o produciendo una familia, esto era un fenómeno circunstancial.
Si ponemos al Norte y al Sur uno al lado del otro, uno ve que el colono del Norte, en palabras de Rangel, no tenía más ambición que “ser un free farmer y derivar su sustento y su libertad de la actividad agrícola realizada con sus propias manos. En contraste, el colono español, viene a América a fundar pueblos desde los cuales controla el territorio; y el trabajo agrícola (o, preferiblemente, minero) lo van a realizar por él y para él esclavos. Organizados en encomiendas, y más tarde haciendas con todos los defectos y ninguna de las virtudes de la estructura socioeconómica medieval”. Pero nada nos sumergió más en el subdesarrollo que ser parte de “una sociedad esclavista [que] no requiere adelanto tecnológico, lo rechaza instintivamente (y aun conscientemente) como un factor perturbador, lo cual tendrá consecuencias en las actitudes (y en las aptitudes) de una colectividad, de una cultura mucho más allá de la abolición de la esclavitud”.
Y el chavismo se hace llamar bolivariano. La ironía ofende.
En parte, no tuvimos mejores alternativas. En España se vivía el oscurantismo y el antiliberalismo. El mismo Bolívar, después de un intento fallido, entendió que la tarea iba a ir más allá de la emancipación del imperio español:
“[…] Cuanto más admiro la excelencia de la Constitución Federal de Venezuela, tanto más me persuado de la imposibilidad de su aplicación a nuestro estado. Y según mi modo de ver es un prodigio que su modelo en el Norte de América subsista tan prósperamente y no se trastorne al aspecto del primer embarazo o peligro. A pesar de que aquel pueblo es un modelo singular de virtudes políticas y de ilustración moral; no obstante que la libertad ha sido su cuna, se ha criado en libertad y se alimenta de pura libertad […] ¿No sería muy difícil aplicar a España el código de libertad política, civil, y religiosa de Inglaterra? Pues sería aún más difícil adaptar en Venezuela las leyes del norte de América”.
Y el chavismo se hace llamar bolivariano. La ironía ofende.
Caudillos
Pero quizás la más grande tragedia de Latinoamérica no es ni la Iglesia, ni nuestra herencia española, sino nuestros caudillos. Desde nuestra independencia los vacíos institucionales fueron ocupados por hombres fuertes que débilmente agruparon los grupos fragmentados hispanos. Esto además ahorcó a nuestra república de pensadores. Los más honestos emigraron, y los más nacionalistas se acomodaron y justificaron al caudillo (para sobrevivir).
El espectro trazado por Rangel va desde Brasil hasta Perú, haciendo una buena parada en Argentina. Los brasileños lograron al menos las metas que se habían planteado. Loables dentro del contexto latinoamericano. El trato que tuvo contra la oposición sin embargo fue cruel, violento y torturador. En Argentina todos conocemos la historia de Perón. Otrora el país más exitoso de la región y segundo más exitoso en el hemisferio (después de los Estados Unidos), con Perón, Argentina sería ahora “antinorteamericano, antidemocrático, anticomunista, populista y nacionalistas”. Es decir, antiliberal. Desde entonces Argentina no ha podido salir de su irrealismo económico. Macri sin duda se convertirá en un héroe hispano si logra exponer a sus compatriotas a la realidad.
Los militares peruanos nunca creyeron en el marxismo, pero entendieron lo tontos útiles que estos eran.
La historia más dura de este libro es la del Perú. Es dura porque recuerda mucho a la nuestra. Nos hace sentir fracasados por no anticipar lo que hoy vivimos y además, nos hace sentir menos especiales. En Perú los militares habían tradicionalmente estado aliados con las oligarquías más tóxicas que habitaban Hispanoamérica. Estos, al ver amenazados su status quo, vieron en los marxistas una oportunidad para no solo hacerse con el poder (de alguna manera ellos eran quienes lo habían ostentado siempre) sino de mantener un gobierno popular y estable. La receta fue sencilla, ser antiyanqui, lanzar algunas prebendas de poder simbólicas, como cargos burocráticos medios a marxistas, y lo demás venía solo. Escritores nacionales e internacionales verían en Perú un bastión anti imperial y mirarían a otro lado cuando se cometiesen atrocidades. Los militares peruanos nunca creyeron en el marxismo, pero entendieron lo tontos útiles que estos eran.
Sobre la poca prensa en el Perú, Rangel explica “…quedaban cinco diarios importantes fuera del control del gobierno militar o de sus dóciles aliados comunistas: La prensa, Última Hora, El Comercio, Correo y Ojo. Contra éstos el gobierno emprendió una política de intimidación y acorralamiento, asumiendo el control del suministro de papel, prohibiendo el aumento de los precios de venta a pesar del aumento de los costos de producción, negándoles la usual publicidad del Estado y estimulando conflictos laborales. Cuanto esto no fue suficiente para reducir a los diarios a una completa sumisión, se procedió a la confiscación pura y simple.”
Esto hace cuarenta y dos años.
Yo en particular pienso que Chávez ni entendió ni quiso entender qué era aquello del Socialismo. Con sus discursos vacíos en la ONU no hacía más que buscar el sello de calidad del mas antiyanki de todos, Castro.
Los Apristas
Estos son los personajes más importantes y quizás menos hablados de nuestra historia. Orquestaron los períodos más prósperos de nuestra historia y lograron mantener democracias sólidas y estables. Los más relevantes, claro, son Eduardo Frei y Rómulo Betancourt.
En el caso de Chile, 150 años de progreso y estabilidad culminan con el Gobierno de Allende —elegido por el 36% de los Chilenos, y con las provisiones dadas por la constitución Chilena del momento. Allende en sus escasos años de gobierno logró lo que al chavismo le tomó 17, y que culminó trágicamente con su muerte. Allande inició un periodo de Marxismo en Chile (y por lo tanto antiliberal) que fue seguido por uno de los gobiernos más crueles que ha visto nuestro continente (y también antiliberal aunque capitalista), el gobierno de Augusto Pinochet.
El gobierno propiciado por Acción Democrática en Venezuela, en cambio, fue el inicio de un breve periodo democrático que culminó con una crisis económica de la que el país, aún a más de tres décadas de su inicio, no ha podido salir —sino más bien agravar.
En Chile la democracia entró en crisis al entrar en crisis la economía. El daño cometido por Allende llevó al colapso de la sociedad civil. Cuando se perdieron las elecciones, estas instituciones se reemplazaron por otras donde quienes estaban a cargo eran nombrados a dedo. La escasez, la inflación y el empobrecimiento crónico de los Chilenos, llevó a una ingobernabilidad que solo se pudo controlar con el miedo y la represión. Un lugar similar al que se encuentra Venezuela hoy en día.
Creo que la pregunta que más le daría agonía a Rangel hoy sería: ¿cómo después de toda esta experiencia hispanoamericana Venezuela eligió al chavismo?
Si este libro se escribiese hoy
No estaría bien asumir qué nos diría Rangel sobre esta indigestión histórica. Sabemos algo, Rangel era un verdadero liberal. Sin duda estaría hoy entre los más lúcidos oponentes al chavismo, y quizás también a unos cuantos en la Mesa de la Unidad.
Creo que la pregunta que más le daría agonía a Rangel hoy sería: ¿cómo después de toda esta experiencia hispanoamericana Venezuela eligió al chavismo? Allí nuestra tragedia. No fue lo que vino y lo que nos tocó vivir hoy. Esto se advirtió, se describieron las consecuencias con precisión, y aún así elegimos este camino.
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