la vacance de monsieur padrón
Resulta que a Leonardo Padrón se le ocurrió ir a Playa El Agua:
Dos kilómetros más allá conseguimos un mejor sitio. Se me acerca un vendedor de los clásicos cocteles de la gastronomía playera. “Te tengo el rompecolchón, el vuelvealavida, el matalasuegra, el 7 potencias, liberen a Willy”. El pregonero se explaya en argumentos de venta: “Este te hace crecer el pelo. Este otro te salva el matrimonio”. Luego de una sonrisa, ordeno mi dosis. Pero algo pasa, no sabe igual. El hombre, oriundo de El Yaque, lo acepta: “Sí, le falta su cebollita, su salsa inglesa. Es que no se consiguen”.
Ya el barman que me servía el whisky disimulaba la falta de soda, sugiriéndome que era más sano tomarlo con agua.
En el hotel, el mesonero tuvo que sincerarse en el desayuno: “Para las arepas no hay mantequilla, pero hay Patria”.
Había, en todos, un discurso elusivo, una vergüenza inicial, una necesidad de encubrir las carencias ante el turista. Hay sitios donde sólo te “cantan” el menú para ceñirse a lo existente.
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